miércoles, 18 de abril de 2012

La transición de la Antigüedad a la Edad media: siglos V - VII


Los germanos: Eran pueblos guerreros asentados más allá de las fronteras del imperio romano. Poco a poco fueron avanzando hacia el sur en busca de mejor clima y alimentos. Tenían una sociedad basada en el clan familiar y numerosos mitos guerreros.

Pueblos de las fronteras: Las zonas más alejadas del Mediterráneo interesaron poco a los romanos. En ellas se asentaban pueblos muy diferentes que se extendían al norte de los ríos Rin y Danubio, ocupaban las costas del mar Báltico, desde los bosques del sur de Escandinavia hasta las zonas pantanosas del norte de Alemania y la actual Dinamarca, eran lo que hoy día se llaman pueblos germánicos. Sin embargo, también había pueblos extranjeros más allá de las fronteras asiáticas y meridionales. Los romanos, en general, los llamaban bárbaros, sin diferenciar unos de otros, término que significaba extranjero, pero también tosco, inculto, salvaje, etc., lo que muestra la baja estima que los romanos mostraron por sus vecinos.

  • Los bárbaros del norte y este de Europa habitaban zonas frías, con abundantes nieves. Estos pueblos constituían lo que hoy se entiende como pueblos germánicos o germanos.
  • Los bárbaros de las fronteras asiáticas vivían en estepas muy inhóspitas y en áreas montañosas. Se dedicaban principalmente a la ganadería y eran muy agresivos. Hostigaban continuamente a otros pueblos, como los germanos, obligándolos a desplazarse hacia las tierras del imperio en busca de protección.
  • En las zonas fronterizas del imperio en África se extendían amplios desiertos. Eran zonas casi deshabitadas, donde solo vivían algunas tribus nómadas.

Formas de vida de los pueblos germánicos

Los germanos eran gentes sencillas que ocupaban tierras pobres, de pantanos y bosques, y vivían en poblados de casas de madera. Su principal medio de vida era la ganadería, completada con el cultivo de los cereales y la explotación de los bosques. La base de la organización social de los pueblos germánicos la constituía el parentesco. La sippe o clan unía a todos los miembros de un linaje familiar común. Sobre la sippe estaban la centena, que ejercía funciones militares, y el pueblo o nación, dirigido por un jefe o rey electivo. Su dedicación a la guerra dio origen entre los germanos a la gefolge, institución por la que los hombres libres se ligaban personalmente a un jefe militar y así entraban a formar parte de su séquito o comitatus.
El supremo órgano de gobierno era la asamblea de los guerreros, que en las noches de plenilunio tomaba sus decisiones y administraba justicia. En los juicios, el pago del wergeld, o compensación al dañado, sustituyó a la venganza de sangre.
Opinión de un romano  Descripción de los modos de vida germanos vistos por Tácito.
“Mientras los germanos no hacen la guerra, cazan un poco y, sobre todo, viven en la ociosidad, dedicados al sueño y a la comida. Los más fuertes y belicosos no hacen nada; delegan el trabajo doméstico y el cuidado de los penates y del agro a las mujeres, los ancianos y los más débiles de la familia [...] Los pueblos germanos no habitan en ciudades, es bien sabido; incluso no toleran que las casas sean contiguas. Se establecen en lugares aislados y apartados en relación con una fuente, un campo o un prado, según les plazca. Las aldeas no están construidas como nosotros acostumbramos, con edificios contiguos y unidos unos a otros; cada uno tiene un espacio vacío que rodea su casa. En realidad no emplean ni piedras ni tejas, se sirven únicamente de madera”. TÁCITO, Germania, II Siglo I d.C.

Proceso de germanización: Desde la etapa de la República, Roma había tenido contactos con los pueblos germanos: Mario venció a teutones y cimbrios, y César obligó a los suevos a desplazarse al otro lado del Rhin. Presionados por los pueblos nómadas de las estepas asiáticas, los germanos se vieron obligados a buscar nuevos territorios donde asentarse. En su descenso hacia el sur las tribus germánicas se enfrentaban unas con otras; las tribus vencidas tenían que abandonar sus territorios y buscar nuevas tierras. Los primeros siglos de nuestra era fueron, por ello, una época de grandes migraciones y muchos germanos se instalaron en tierras de Roma, sirvieron como soldados en sus legiones y trabajaron como colonos. Estos largos contactos produjeron un doble efecto: por una parte, los germanos fueron adoptando muchas costumbres romanas, por lo que se romanizaron; por otra, Roma fue «germanizándose» de tal manera que, en los últimos días del imperio, los principales jefes del ejército, como Estilicón o Aecio, eran germanos y eran ellos quienes defendían al mundo romano.

Las invasiones y el fin del imperio de Occidente

La entrada de los pueblos bárbaros en las fronteras romanas y la gran crisis de las instituciones imperiales provocaron la división y la caída del imperio romano de Occidente.

En el siglo IV, el imperio romano seguía abarcando inmensos territorios que se extendían desde el Rin hasta el Sahara y desde Hispania hasta Mesopotamia. Pero la colosal empresa de administrar y defender posesiones tan distantes acabó por desgastar al propio imperio y lo arrastró a una profunda crisis que afectó a todas sus instituciones. El emperador Teodosio trató de frenar la decadencia del imperio y, tras su afortunada gestión de gobierno, lo dividió entre sus hijos con el fin de facilitar su administración. Esta decisión significó la ruptura de la unidad romana y abrió un futuro diferente para cada una de las dos partes del imperio: Occidente aceleró su decadencia y Oriente conoció tiempos de esplendor.

Las grandes invasiones

En el siglo IV, la llegada de los hunos, temibles jinetes de origen mongol mandados por Atila, provocó los mayores movimientos de población. Finalmente los hunos derrotaron a los alanos y a los godos, y los obligaron a buscar refugio masivo dentro del imperio. Sin embargo, pronto surgieron enfrentamientos entre los pueblos emigrantes y el Estado romano. En el año 378, los visigodos derrotaron al emperador Valente en Adrianópolis y se extendieron por los Balcanes. Años más tarde, tras saquear Roma (410), se instalaron en el sur de las Galias como federados, es decir, con permiso de Roma, para ocupar después Hispania. En el año 406, suevos, vándalos y alanos cruzaron el Rin, saquearon las Galias y, en el año 409, se instalaron en Hispania. Por su parte, anglos, jutos y sajones pasaron a las islas Británicas; los burgundios ocuparon la cuenca del Rodado, y los francos la parte norte de las Galias.

Caída del imperio romano

Tras el asentamiento de los pueblos germánicos dentro del imperio de Occidente y debido a la crisis que se arrastraba ya desde el siglo III, la autoridad imperial fue reduciéndose. En el año 476 el germano Odoacro depuso a su último emperador, Rómulo Augústulo, de tan solo diez años de edad. Con esto llegaba a su fin el imperio romano de Occidente, que se fragmentó en una multitud de pequeños reinos gobernados por reyes germánicos. La parte oriental, sin embargo, mejor gobernada y mejor defendida militarmente, consiguió resistir la oleada germánica y desplazarla hacia Occidente.

Los reinos germánicos

Tras las invasiones, los reinos germánicos se consolidaron en Occidente. Los más importantes fueron el reino franco, el visigodo y el lombardo. Se constituyeron en frágiles monarquías hereditarias. La primera oleada de asentamientos germanos la protagonizaron los godos (visigodos y ostrogodos), vándalos, burgundios, suevos y alanos. Esta fase se caracterizó por la amplitud de la zona invadida, ya que estos pueblos se desplazaron desde las orillas del mar Negro hasta la península Ibérica y el norte de África. Los grupos de inmigrantes eran pequeños, por eso los germanos fueron minoritarios respecto a la población romana que habitaba esos territorios.
Los reinos bárbaros más importantes en esta fase fueron:
  • El reino ostrogodo, que abarcó Italia y Dalmacia. Los ostrogodos vivieron momentos de esplendor con Teodorico, pero fueron finalmente absorbidos por el imperio romano de Oriente.
  • El reino visigodo, que se extendió por parte de la Galia y de la península Ibérica. Tras lograr su unidad territorial con Leovigildo y la unidad religiosa con Recaredo, se mantuvo hasta el año 711, en el que, sumido en graves disensiones internas, cayó bajo el dominio musulmán.
  • El reino burgundio, que ocupó el centro de la Galia. Estos reinos tuvieron corta vida. De todos ellos, solo el de los visigodos subsistía en la segunda mitad del siglo VI.
  • Consolidación de los reinos germanos
  • Una segunda fase de invasiones estuvo protagonizada por los francos, alamanes, anglos y sajones. En esta ocasión, las invasiones fueron acompañadas del desplazamiento masivo de población y en algunos casos se llegó a producir hasta una profunda germanización lingüística. Los reinos bárbaros que se fundaron en esta segunda oleada fueron mucho más duraderos que los anteriores.
    • El reino franco se estableció en la Galia, de donde expulsaron a los visigodos. Los francos tuvieron en las Galias mayor estabilidad y su reino se consolidó gracias a Clodoveo.
    • Los alamanes se instalaron en torno al Rin.
    • La heptarquía anglosajona se formó en Gran Bretaña. Anglos, sajones y jutos crearon siete reinos, que en el año 827 fueron absorbidos en uno solo por Egberto de Wessex.
    • En una última oleada, los lombardos se instalaron en Italia, y los avaros se establecieron en las llanuras de Europa central y oriental.
    • Economía y cultura de los reinos germánicos

      Los reinos germánicos se constituyeron sobre la base cultural de Roma. Sin embargo, sus tradiciones y las circunstancias históricas introdujeron grandes transformaciones

      Economía y sociedad: En los nuevos reinos, los germanos eran una minoría de la población, aunque poseían el poder político y militar. Al principio, romanos y germanos vivieron como pueblos separados, cada uno con sus propias leyes, costumbres y religión. Pero pronto ambos grupos se mezclaron y dieron lugar a una sociedad nueva, resultado de grandes cambios estructurales. Con el establecimiento de los reinos germanos, las ciudades se despoblaron y quedaron reducidas a centros administrativos o a sedes de obispados con muy poca actividad económica. La tierra se convirtió en la fuente principal de riqueza. Los germanos se adaptaron al tipo de agricultura diseñado por los romanos, basado en grandes latifundios, que pasaron a manos de la nobleza germana. El comercio decayó y se limitó a los mercados locales, en los que se intercambiaban productos del campo. El gran comercio quedó en manos de los bizantinos, que proporcionaban ciertos productos a la nobleza germana.

      Organización política: Los germanos, atrasados culturalmente respecto a la población preexistente, no pensaron nunca en destruir la organización romana, que además admiraban. Sin embargo, inevitablemente crearon algo distinto al introducir sus propias tradiciones. Los reinos germanos se organizaron en monarquías que sufrieron a su vez la influencia imperial romana. Al principio el rey era elegido por los nobles y, como consecuencia, muchos reyes eran depuestos e incluso asesinados por conspiraciones, lo que suponía una gran debilidad para la institución. Poco a poco, algunas monarquías se hicieron hereditarias. Los reyes contaban con un consejo que los asesoraba en los temas de gobierno y los ayudaba a impartir justicia. El poder militar en algunos territorios lo ejercían los duques, que muchas veces eran jefes de alguno de los pueblos que habían sometido. En las ciudades, los personajes más destacados eran los obispos y los condes o mayordomos de palacio, que asistían a los reyes en el gobierno, y que eran como servidores personales del rey. También se fue perdiendo el concepto de ciudadano para dar paso a las relaciones de fidelidad, entre nobles y campesinos, y entre los nobles y el rey.

      El imperio bizantino

      El imperio romano de Oriente se llamó imperio bizantino. Perduró durante mil años con épocas de esplendor y períodos de crisis, hasta que, en el siglo XV, su capital fue conquistada por los turcos.


      El imperio romano de Oriente

      El imperio romano de Oriente sobrevivió a las invasiones germanas y continuó su desarrollo durante más de mil años con el nombre de imperio bizantino. Se asentaba sobre toda la parte oriental del Mediterráneo y tenía su capital en Constantinopla, la antigua Bizancio, situada en el estrecho del Bósforo, a la entrada del mar Negro. Su refinada civilización era la síntesis de elementos romanos, helenísticos y cristianos. El vigor de la cultura bizantina se extendió más allá de sus fronteras: los pueblos eslavos (rusos, serbios, búlgaros, etc.) recibieron de Bizancio los elementos esenciales de su personalidad.

      El emperador y la política bizantina

      Una de las razones que explican la larga duración del imperio bizantino fue su sólida organización. El emperador o basileus era la cabeza. Concentraba todos los poderes: dirigía el ejército y la administración, y era el jefe religioso. Una extensa red de funcionarios ejecutaba sus órdenes. Estos funcionarios estaban especializados y contaban con una gran formación intelectual. Los diplomáticos eran los encargados de las relaciones con otros territorios y pueblos. Las mismas leyes estaban vigentes en todo el imperio y un poderoso ejército tenía como misión la defensa de las fronteras. La consolidación territorial del imperio bizantino se consiguió en parte gracias a la creación del sistema de themas, que consistía en regalar tierras fronterizas a los soldados para que las cultivasen. Con ello se consiguió mejorar la defensa, porque los soldados defendían algo que les pertenecía. De esta manera se frenó durante siglos la pérdida de territorios.

      El esplendor de Justiniano

      El emperador bizantino más importante fue Justiniano, que gobernó junto a su esposa Teodora entre los años 527 y 565. Su reinado fue la época de mayor gloria militar y económica de todo el imperio bizantino. Justiniano pacificó el imperio, que había sufrido una gran inestabilidad desde su fundación a causa de las disputas entre las distintas facciones políticas y de las incursiones bárbaras.
      Llevó al imperio bizantino a su mayor extensión. En su época, Bizancio dominaba la costa mediterránea de África, la península de Anatolia, los Balcanes, Grecia, la península Itálica, el sur de la península Ibérica, Sicilia, Cerdeña, Córcega, las islas Baleares y gran parte de la costa del mar Negro.
      Las conquistas de Justiniano no se conservaron durante mucho tiempo. En la segunda mitad del siglo VI, los lombardos arrebataron a los bizantinos todo el norte y centro de la península Itálica. A comienzos del siglo VII, los visigodos consiguieron expulsar a los bizantinos de Hispania. Durante los siglos VII y VIII, los musulmanes conquistaron toda la costa mediterránea de África, así como Siria y Palestina. Desde entonces, el imperio bizantino quedó reducido a la península de Anatolia, los Balcanes y el sur de Italia.
      Durante los siglos IX y X, el imperio bizantino vivió una nueva etapa de esplendor. Después, la existencia de Bizancio se caracterizó por las pérdidas territoriales continuas y por la amenaza constante de sus fronteras, sobre todo por parte de los musulmanes. A principios del siglo XV solo quedaba la ciudad de Constantinopla en manos bizantinas. En 1453, tras un largo asedio, Constantinopla fue tomada por los turcos y el imperio bizantino desapareció.

      La economía bizantina. Constantinopla

      Aunque la base de la economía bizantina era la agricultura, el imperio bizantino también dominó el comercio de todo el Mediterráneo. Constantinopla, su capital, se convirtió en el gran mercado del mundo. La agricultura, de régimen latifundista, fue la principal fuente de riqueza. La gran propiedad estaba ligada a los monasterios o a la aristocracia. El pequeño propietario, presionado por los impuestos, se convirtió a menudo en colono.
      Los bizantinos dominaron en esta etapa el comercio en todo el mar Mediterráneo, y acuñaron monedas de oro que fueron el principal medio de pago en el comercio europeo durante mucho tiempo. Constantinopla, por su situación y su condición de gran urbe, fue el gran mercado del mundo. El comercio bizantino era fundamentalmente un comercio de lujo, basado en el trasiego de las especias, la seda y otros productos procedentes de Asia que eran vendidos a Occidente.

      El Islam: los orígenes y la doctrina islámica

      Arabia antes del Islam: El Islam nació en el siglo VII en Arabia, una extensa península de Asia situada entre el mar Rojo al oeste y el golfo Pérsico al este. El clima árido y seco de Arabia la convierte en un enorme desierto donde la agricultura solo es posible en algunos lugares de la costa y en los escasos oasis del interior. Los habitantes de la península Arábiga estaban repartidos en tribus enfrentadas entre sí, sin ningún poder político que las uniera. Cada tribu tenía sus propias creencias e intereses. En el interior vivían tribus de beduinos de origen nómada que se dedicaban al pastoreo de camellos y cabras. En las regiones costeras, donde se practicaba la agricultura sedentaria, se encontraban las únicas ciudades: Medina y La Meca, que eran importantes centros comerciales por donde pasaban las rutas de caravanas que transportaban especias, sedas y otros artículos de lujo procedentes de Oriente.

      El profeta Mahoma

      La palabra Islam tiene dos significados distintos. Por un lado, hace referencia a la religión que predicó Mahoma en el siglo VII. Por otro, es el espacio territorial conquistado por los musulmanes, seguidores de esta religión, desde los siglos VII y VIII. Mahoma unió al pueblo árabe bajo la bandera del Islam. Este profeta nació en la ciudad de La Meca en el año 570 y allí comenzó sus predicaciones. Sus primeros seguidores fueron gente humilde, por eso, los ricos comerciantes de La Meca reaccionaron en contra y Mahoma tuvo que huir a la ciudad de Medina en el año 622. Esta fecha recibe el nombre de hégira y marca el comienzo del calendario musulmán. En Medina, Mahoma reclutó un importante ejército de adeptos a sus predicaciones y, ocho años después, regresó victorioso a La Meca y desde allí extendió el Islam. Cuando Mahoma murió, en el año 632, prácticamente toda la península Arábiga había sido unificada bajo la doctrina del Islam.

      La doctrina islámica y el Corán

      El Corán es el libro sagrado de los musulmanes, base de la doctrina islámica. Esta se basa en cinco obligaciones fundamentales que debe cumplir todo musulmán:
      • La profesión de fe por la que el musulmán testifica que «no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta».
      • La oración cinco veces al día: al amanecer, al mediodía, por la tarde, a la puesta del sol y al anochecer.
      • La peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida.
      • El ayuno durante el mes del Ramadán, todos los días desde la salida hasta la puesta del sol.
      • La limosna, que era una contribución económica para obras benéficas y que acabó convirtiéndose en una especie de tributo.

      EL YIHAD: El yihad consiste en el esfuerzo que se hace por complacer a Dios. Abarca todas las acciones que hacemos por complacer a Dios; desde sonreír al hermano, quitar obstáculos del camino hasta luchar arriesgando la vida por las causas justas. El creyente que muere estando en un esfuerzo sincero por Dios, es enviado directamente al paraíso donde disfrutará de los más sublimes placeres como recompensa; esto motivaba mucho a los musulmanes a hacer buenas obras y luchar por la justicia y la defensa de sus tierras contra enemigos hostiles. Cuando los cristianos veían el heroísmo que demostraban los musulmanes por el yihad, pensaban que era algo parecido al concepto católico de la “guerra santa”, sin embargo son dos cosas distintas.

      Expansión islámica: A la   muerte de  Mahoma,  le  sucedió en el liderazgo político Abú-Baker (632-634) que adoptó el título  de  Califa (Jalifa en árabe, significa: sucesor). El  segundo Califa  fue  Omar (634-449) con quien se  inicio la  expansión  del  Islam  y la entrada de numerosos pueblos no árabes a las filas del Islam. Abú Baker y Omar lograron derrotar, al mismo tiempo a las dos superpotencias militares de la época: los persas y los bizantinos. Además sentaron las bases políticas para el desarrollo cultural y científico que acompañaba a los musulmanes donde sea que iban: separación de poderes del estado, secularización del gobierno, igualdad ante  la ley, tolerancia religiosa, la honestidad obligatoria en los empleados públicos y la descentralización administrativa.
http://www.angarmegia.com/edadmedia.htm
http://anabelvedruna.wordpress.com/category/historia-historia/edad-media/el-feudalismo/

lunes, 16 de abril de 2012

La temprana edad Media (fines del siglo V hasta fines del siglo VIII

La historia de los inicios de la Edad Media en Europa (la llamada Temprana Edad Media) presenta una cierta complejidad. Nos encontramos ante la desintegración de lo que fue el Imperio Romano de Occidente. Sumado a ello, el bagaje aportado por los pueblos germanos invasores y nuevas formas de organización social en desarrollo. Les proponemos dar un marco para la comprensión de este período de lahistoria medieval, a través del concepto eje: de “transición” 

La Edad Media, que abarca desde fines del siglo V d.C. (476caída del Imperio Romano de Occidente) hasta mediados del siglo XV (1453, caída del Imperio Romano de Oriente), es un período histórico de gran complejidad. Para su mejor comprensión los historiadores han hecho una periodización de la historia medieval. Si bien puede variar de un autor a otro, nosotros tomaremos la siguiente como referencia:
  • TEMPRANA EDAD MEDIA: comienza a fines del siglo V y llega hasta fin del siglo VIII
  • ALTA EDAD MEDIA: abarca lo siglos IX a XI
  • BAJA EDAD MEDIA: comienza a inicios del siglo XII y llega hasta mediados del siglo XV
Transición
Los historiadores utilizan el término “transición” con baste frecuencia, para referirse a aquellas etapas históricas que transcurren entre la desarticulación de un modo de producción y el desarrollo de otro nuevo y muy diferente del anterior.
Estas suelen ser etapas complejas de comprender. Porque en un mismo momento pueden estar presentes elementos de la vieja sociedad que aún siguen vigentes, y a su vez se van estableciendo elementos originales de la nueva sociedad que se está conformando. Por ejemplo, en el período de transición entre una sociedad  antigua(esclavista) y una feudal, coexisten distintos tipos de productores. Por ejemplo, esclavos que eran propiedad de sus amos, colonos que pagaban impuestos al Estado, junto con campesinos dependientes de grandes propietarios y campesinos libres”