miércoles, 30 de mayo de 2012

El FEudalismo



LA EUROPA FEUDAL El feudalismo: sus orígenes
El feudalismo fue el sistema de organización política, económica y social que imperó en Europa occidental entre los siglos X y XII, tras la desmembración del Imperio carolingio. Durante esta etapa, los nobles, dueños de las tierras, se hicieron con el poder económico y político, así como con el dominio de la mayor parte de la población campesina.
El feudalismo tuvo su origen en las siguientes circunstancias:
• Entre los siglos VIII y XI se produjo una nueva oleada de invasiones (de musulmanes, vikingos o normandos, etc.) que crearon un estado de gran inseguridad en la sociedad de la época.
• Tras la desmembración del Imperio carolingio, Europa occidental quedó en manos de reyes guerreros. Para luchar contra los nuevos pueblos invasores, estos monarcas se vieron obligados a solicitar la ayuda de hombres armados, a los que compensaban concediéndoles rentas o tierras. Con la pérdida de sus propiedades, el poder de la monarquía disminuyó en beneficio de estos hombres armados, la nobleza de la época.
• La vida se organizó alrededor de las grandes propiedades rurales, donde se producían los alimentos necesarios para el consumo de sus habitantes y en las que campesinos sin tierra y ciudadanos empobrecidos buscaban refugio y protección. Surgió, así, una economía de autoabastecimiento que provocó la práctica desaparición del comercio.
• Las comunicaciones se debilitaron y se produjo una situación de aislamiento entre las distintas regiones europeas.
Las relaciones de dependencia: Señores y vasallos.
El sistema político feudal estaba basado en relaciones de dependencia personal: un individuo se ponía bajo la protección de otro más poderoso, de forma que todos estaban unidos por vínculos de compromiso mutuo. Las relaciones podían establecerse:
• Entre los señores feudales y el rey. El vínculo que se establecía entre ellos se denominaba relación de vasallaje: los señores prestaban ayuda al rey en la guerra y obtenían como pago bienes que recibían el nombre de feudos; en muchos casos se trataba de tierras que incluían también a las personas que habitaban en ellas. Así, los señores se convertían en vasallos del rey.
• Entre los caballeros y los señores feudales. Entre ellos también se establecía la relación de vasallaje. Para auxiliar al rey en la guerra y defender sus propios feudos, los señores se servían, a su vez, de caballeros armados, que se vinculaban al señor feudal convirtiéndose en sus vasallos a cambio de sustento. El número de caballeros que podía tener a su cargo un señor dependía de su capacidad económica para mantenerlos.
• Entre los campesinos y los señores. Los señores se comprometían a proteger a los campesinos en épocas de conflicto, a cambio de que estos trabajaran sus tierras y pagaran impuestos.



La economía feudal
La economía feudal se organizaba en torno a las grandes propiedades rurales o feudos, que se autoabastecían; es decir, todo lo que se consumía en el feudo se producía dentro de él: alimentos, vestidos, instrumentos de trabajo, etcétera.
En estas grandes propiedades rurales, la vida giraba en torno al castillo, lugar donde se refugiaba la población en caso de peligro. Allí vivían el señor feudal y los caballeros armados que le habían jurado fidelidad. Estos debían defender la propiedad en caso de ataque o llevar a cabo cualquier misión que el señor les encomendara. La extensión de tierra que rodeaba el castillo constituía el feudo. En ella se encontraban los pastos, donde pacía el ganado del señor, y los bosques, destinados a las cacerías de este y a la obtención de leña, además de una gran superficie de tierra dedicada a la agricultura. Esta se dividía en:
·         La reserva. Constituía la parte del feudo explotada por el señor. El producto de estas tierras le era entregado en su totalidad. Las trabajaban los siervos, es decir, campesinos que debían obediencia al señor y no podían abandonar el feudo, y, en determinadas épocas del año, también los campesinos libres.
·         Los mansos. Eran porciones de tierra que el señor cedía a los campesinos libres. A cambio, estos tenían la obligación de entregarle parte de sus cosechas y de realizar servicios para él.

En el feudo, las labores agrícolas eran la ocupación principal. En cada propiedad se cultivaba gran variedad de productos, aunque los más extendidos fueron los cereales y las legumbres.
Los rendimientos agrícolas eran muy bajos porque las técnicas empleadas eran rudimentarias:
• Se seguía utilizando el arado romano de madera, que apenas removía la tierra.
• La mayoría de los instrumentos con los que se trabajaban las tierras de labor eran de mano, como la azada, la hoz, la guadaña, etcétera.

• Solo se usaba como abono los excrementos del ganado, lo que resultaba insuficiente para renovar la fertilidad de la tierra. Por ello, se practicaba el barbecho, que consistía en dejar la tierra sin cultivar durante un tiempo cuando se agotaba y ya no daba fruto.
Los animales que más abundaban eran, según las zonas, los bueyes, que tiraban de carretas y arados, las ovejas, las cabras, los cerdos y las aves de corral; de ellos se obtenían alimentos y otros productos, como lana y cuero. Así mismo, se favoreció la cría de caballos, ya que estos eran fundamentales para que los nobles y caballeros lucharan en las campañas bélicas. Durante esta época, la pesca, en general, perdió importancia, aunque se mantuvo en localidades marítimas y cercanas a ríos, y la caza se convirtió en un privilegio exclusivo de los señores feudales.
La sociedad feudal
La población europea se repartía en estamentos o grupos cerrados con funciones bien delimitadas: los nobles luchaban, el clero rezaba y los campesinos trabajaban. La movilidad entre los estamentos era muy difícil: ninguna persona podía cambiar de función salvo que se incorporara a la Iglesia. Entre los estamentos se distinguían dos grandes grupos:
Los privilegiados. Compuesto por la nobleza y el clero, cuyos miembros disfrutaban de una serie de privilegios, como no pagar impuestos y ser juzgados con arreglo a leyes especiales. Los nobles, además, no estaban obligados a realizar ningún trabajo, y los que poseían feudos podían recaudar impuestos y rentas e impartir justicia entre sus campesinos.
Los no privilegiados. Integraban este grupo los campesinos libres y los siervos, que no poseían los privilegios de los estamentos anteriores.
Los nobles: El estamento nobiliario estaba formado por los caballeros y los señores feudales.
Los caballeros solo poseían sus armas y su caballo. Para subsistir, se ponían al servicio de un señor feudal, del que se hacían vasallos. Así, pasaban a formar parte de su séquito, con el que protegían su propiedad, auxiliaban al rey en la guerra o luchaban contra otros feudos.
Los señores feudales, que habían recibido tierras por el vínculo de vasallaje, llegaron a tener un gran poder, y en sus feudos actuaban como reyes:
• Cobraban multas, así como impuestos por el uso de los molinos, los hornos y otras instalaciones o instrumentos, o por el derecho de cruzar sus puentes o atravesar su territorio.
• Tenían sus propios tribunales de justicia.
• Podían acuñar moneda.
Muchos nobles lucharon entre sí con el objetivo de ampliar su feudo, lo que hizo que algunos llegaran a ser muy poderosos. Esta circunstancia favoreció que los feudos pasaran a ser hereditarios, y ello limitó el poder del rey ante el impedimento de recuperar las tierras cedidas.
El clero: Dentro del clero, se distinguían dos grupos diferentes:
El clero secular, que incluía a los sacerdotes que no pertenecían a ninguna orden religiosa y que dependían de los obispos.
El clero regular, compuesto por diversas órdenes religiosas, integradas por un grupo de monjes dirigidos por un abad.
Para pertenecer al estamento eclesiástico bastaba con ser un hombre libre, pero, al igual que el resto de la sociedad, el clero estaba rígidamente jerarquizado:
El alto clero estaba formado por los cargos principales de la Iglesia, como obispos o abades; cargos que sólo se concedían a miembros de la nobleza.
El bajo clero estaba integrado por sacerdotes y monjes, que procedían del campesinado.

La Iglesia era una institución plenamente feudalizada: los obispos y los abades eran auténticos señores feudales, con un papel económico y político semejante al de la nobleza. Monasterios y obispados obtenían sus tierras de señores o reyes, lo que les obligaba a observar los deberes y la fidelidad contraídos por la relación de vasallaje, y acogían en esas tierras a campesinos que prestaban los mismos servicios que en cualquier feudo. La Iglesia, además, cobraba a todos los campesinos un impuesto especial, llamado diezmo, que consistía en la entrega de la décima parte de sus cosechas. Los monjes pertenecían a diferentes órdenes religiosas. Una de las primeras fue la de los benedictinos, fundada por san Benito de Nursia en el año 529. Su regla, ora et labora (reza y trabaja), sirvió de modelo a otras órdenes religiosas posteriores. Entre otros trabajos, los monjes de muchos monasterios se dedicaron a copiar y traducir textos de la cultura griega y romana y a conservarlos en las bibliotecas de los monasterios, que se convirtieron en auténticos centros de cultura.
Los campesinos: Aproximadamente, el 90 % de la población medieval estaba compuesta por campesinos. Solo unos pocos eran propietarios de pequeñas tierras de cultivo; la mayoría vivía bajo la dependencia de un señor feudal (laico o eclesiástico), que los protegía en caso de guerra o invasión. Entre estos campesinos dependientes de un feudo existían también diferencias:
Unos eran libres y podían abandonar el feudo. El señor les entregaba un manso a cambio de realizar trabajos en la reserva y de entregar parte de la cosecha o pagar una renta.
Otros, como los siervos, no podían abandonar el feudo sin el permiso del señor. Solían trabajar en la reserva y vivían en el castillo o edificios anejos. Algunos eran siervos domésticos y realizaban labores de limpieza en las dependencias del castillo o trabajaban en las cocinas; otros conseguían que el señor los alojara en una tenencia, es decir, una cabaña con huerto y una pequeña parcela para su manutención. La vida de los campesinos era muy dura, ya que trabajaban de sol a sol para alimentar a su familia y a los estamentos privilegiados. La comida, escasa y pobre, se componía de gachas de centeno, legumbres y, solo en ocasiones, leche, vino y carne. Su función principal era trabajar la tierra, pero puesto que tenían que producir todo lo que necesitaban, también realizaban labores de carpintería, albañilería, etcétera.

La religión y la iglesia: La Iglesia fue la única institución fuerte y bien organizada que perduró tras la caída del Imperio romano, y aunque el poder también se encontraba muy dividido entre los diferentes obispos de cada región, a finales del siglo VI, Gregorio el Grande pudo proclamarse papa o jefe de toda la Iglesia y descendiente directo de san Pedro y unificar así todo el poder bajo el mando de esta figura. La Edad Media fue una época profundamente religiosa. El cristianismo estaba presente en todos los actos de la vida diaria. Dios era el centro de todo, idea que se conoce como teocentrismo. Este sentimiento religioso fue el origen de las Cruzadas a partir del siglo XI, expediciones militares formadas por miles de cristianos de toda condición para recuperar Jerusalén, que había caído en poder de los musulmanes, y de las peregrinaciones hacia diversos lugares santos. La principal de estas peregrinaciones se produjo en el siglo IX con el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago. Así, Santiago de Compostela se convirtió en punto de encuentro de numerosos peregrinos de toda Europa.

miércoles, 18 de abril de 2012

La transición de la Antigüedad a la Edad media: siglos V - VII


Los germanos: Eran pueblos guerreros asentados más allá de las fronteras del imperio romano. Poco a poco fueron avanzando hacia el sur en busca de mejor clima y alimentos. Tenían una sociedad basada en el clan familiar y numerosos mitos guerreros.

Pueblos de las fronteras: Las zonas más alejadas del Mediterráneo interesaron poco a los romanos. En ellas se asentaban pueblos muy diferentes que se extendían al norte de los ríos Rin y Danubio, ocupaban las costas del mar Báltico, desde los bosques del sur de Escandinavia hasta las zonas pantanosas del norte de Alemania y la actual Dinamarca, eran lo que hoy día se llaman pueblos germánicos. Sin embargo, también había pueblos extranjeros más allá de las fronteras asiáticas y meridionales. Los romanos, en general, los llamaban bárbaros, sin diferenciar unos de otros, término que significaba extranjero, pero también tosco, inculto, salvaje, etc., lo que muestra la baja estima que los romanos mostraron por sus vecinos.

  • Los bárbaros del norte y este de Europa habitaban zonas frías, con abundantes nieves. Estos pueblos constituían lo que hoy se entiende como pueblos germánicos o germanos.
  • Los bárbaros de las fronteras asiáticas vivían en estepas muy inhóspitas y en áreas montañosas. Se dedicaban principalmente a la ganadería y eran muy agresivos. Hostigaban continuamente a otros pueblos, como los germanos, obligándolos a desplazarse hacia las tierras del imperio en busca de protección.
  • En las zonas fronterizas del imperio en África se extendían amplios desiertos. Eran zonas casi deshabitadas, donde solo vivían algunas tribus nómadas.

Formas de vida de los pueblos germánicos

Los germanos eran gentes sencillas que ocupaban tierras pobres, de pantanos y bosques, y vivían en poblados de casas de madera. Su principal medio de vida era la ganadería, completada con el cultivo de los cereales y la explotación de los bosques. La base de la organización social de los pueblos germánicos la constituía el parentesco. La sippe o clan unía a todos los miembros de un linaje familiar común. Sobre la sippe estaban la centena, que ejercía funciones militares, y el pueblo o nación, dirigido por un jefe o rey electivo. Su dedicación a la guerra dio origen entre los germanos a la gefolge, institución por la que los hombres libres se ligaban personalmente a un jefe militar y así entraban a formar parte de su séquito o comitatus.
El supremo órgano de gobierno era la asamblea de los guerreros, que en las noches de plenilunio tomaba sus decisiones y administraba justicia. En los juicios, el pago del wergeld, o compensación al dañado, sustituyó a la venganza de sangre.
Opinión de un romano  Descripción de los modos de vida germanos vistos por Tácito.
“Mientras los germanos no hacen la guerra, cazan un poco y, sobre todo, viven en la ociosidad, dedicados al sueño y a la comida. Los más fuertes y belicosos no hacen nada; delegan el trabajo doméstico y el cuidado de los penates y del agro a las mujeres, los ancianos y los más débiles de la familia [...] Los pueblos germanos no habitan en ciudades, es bien sabido; incluso no toleran que las casas sean contiguas. Se establecen en lugares aislados y apartados en relación con una fuente, un campo o un prado, según les plazca. Las aldeas no están construidas como nosotros acostumbramos, con edificios contiguos y unidos unos a otros; cada uno tiene un espacio vacío que rodea su casa. En realidad no emplean ni piedras ni tejas, se sirven únicamente de madera”. TÁCITO, Germania, II Siglo I d.C.

Proceso de germanización: Desde la etapa de la República, Roma había tenido contactos con los pueblos germanos: Mario venció a teutones y cimbrios, y César obligó a los suevos a desplazarse al otro lado del Rhin. Presionados por los pueblos nómadas de las estepas asiáticas, los germanos se vieron obligados a buscar nuevos territorios donde asentarse. En su descenso hacia el sur las tribus germánicas se enfrentaban unas con otras; las tribus vencidas tenían que abandonar sus territorios y buscar nuevas tierras. Los primeros siglos de nuestra era fueron, por ello, una época de grandes migraciones y muchos germanos se instalaron en tierras de Roma, sirvieron como soldados en sus legiones y trabajaron como colonos. Estos largos contactos produjeron un doble efecto: por una parte, los germanos fueron adoptando muchas costumbres romanas, por lo que se romanizaron; por otra, Roma fue «germanizándose» de tal manera que, en los últimos días del imperio, los principales jefes del ejército, como Estilicón o Aecio, eran germanos y eran ellos quienes defendían al mundo romano.

Las invasiones y el fin del imperio de Occidente

La entrada de los pueblos bárbaros en las fronteras romanas y la gran crisis de las instituciones imperiales provocaron la división y la caída del imperio romano de Occidente.

En el siglo IV, el imperio romano seguía abarcando inmensos territorios que se extendían desde el Rin hasta el Sahara y desde Hispania hasta Mesopotamia. Pero la colosal empresa de administrar y defender posesiones tan distantes acabó por desgastar al propio imperio y lo arrastró a una profunda crisis que afectó a todas sus instituciones. El emperador Teodosio trató de frenar la decadencia del imperio y, tras su afortunada gestión de gobierno, lo dividió entre sus hijos con el fin de facilitar su administración. Esta decisión significó la ruptura de la unidad romana y abrió un futuro diferente para cada una de las dos partes del imperio: Occidente aceleró su decadencia y Oriente conoció tiempos de esplendor.

Las grandes invasiones

En el siglo IV, la llegada de los hunos, temibles jinetes de origen mongol mandados por Atila, provocó los mayores movimientos de población. Finalmente los hunos derrotaron a los alanos y a los godos, y los obligaron a buscar refugio masivo dentro del imperio. Sin embargo, pronto surgieron enfrentamientos entre los pueblos emigrantes y el Estado romano. En el año 378, los visigodos derrotaron al emperador Valente en Adrianópolis y se extendieron por los Balcanes. Años más tarde, tras saquear Roma (410), se instalaron en el sur de las Galias como federados, es decir, con permiso de Roma, para ocupar después Hispania. En el año 406, suevos, vándalos y alanos cruzaron el Rin, saquearon las Galias y, en el año 409, se instalaron en Hispania. Por su parte, anglos, jutos y sajones pasaron a las islas Británicas; los burgundios ocuparon la cuenca del Rodado, y los francos la parte norte de las Galias.

Caída del imperio romano

Tras el asentamiento de los pueblos germánicos dentro del imperio de Occidente y debido a la crisis que se arrastraba ya desde el siglo III, la autoridad imperial fue reduciéndose. En el año 476 el germano Odoacro depuso a su último emperador, Rómulo Augústulo, de tan solo diez años de edad. Con esto llegaba a su fin el imperio romano de Occidente, que se fragmentó en una multitud de pequeños reinos gobernados por reyes germánicos. La parte oriental, sin embargo, mejor gobernada y mejor defendida militarmente, consiguió resistir la oleada germánica y desplazarla hacia Occidente.

Los reinos germánicos

Tras las invasiones, los reinos germánicos se consolidaron en Occidente. Los más importantes fueron el reino franco, el visigodo y el lombardo. Se constituyeron en frágiles monarquías hereditarias. La primera oleada de asentamientos germanos la protagonizaron los godos (visigodos y ostrogodos), vándalos, burgundios, suevos y alanos. Esta fase se caracterizó por la amplitud de la zona invadida, ya que estos pueblos se desplazaron desde las orillas del mar Negro hasta la península Ibérica y el norte de África. Los grupos de inmigrantes eran pequeños, por eso los germanos fueron minoritarios respecto a la población romana que habitaba esos territorios.
Los reinos bárbaros más importantes en esta fase fueron:
  • El reino ostrogodo, que abarcó Italia y Dalmacia. Los ostrogodos vivieron momentos de esplendor con Teodorico, pero fueron finalmente absorbidos por el imperio romano de Oriente.
  • El reino visigodo, que se extendió por parte de la Galia y de la península Ibérica. Tras lograr su unidad territorial con Leovigildo y la unidad religiosa con Recaredo, se mantuvo hasta el año 711, en el que, sumido en graves disensiones internas, cayó bajo el dominio musulmán.
  • El reino burgundio, que ocupó el centro de la Galia. Estos reinos tuvieron corta vida. De todos ellos, solo el de los visigodos subsistía en la segunda mitad del siglo VI.
  • Consolidación de los reinos germanos
  • Una segunda fase de invasiones estuvo protagonizada por los francos, alamanes, anglos y sajones. En esta ocasión, las invasiones fueron acompañadas del desplazamiento masivo de población y en algunos casos se llegó a producir hasta una profunda germanización lingüística. Los reinos bárbaros que se fundaron en esta segunda oleada fueron mucho más duraderos que los anteriores.
    • El reino franco se estableció en la Galia, de donde expulsaron a los visigodos. Los francos tuvieron en las Galias mayor estabilidad y su reino se consolidó gracias a Clodoveo.
    • Los alamanes se instalaron en torno al Rin.
    • La heptarquía anglosajona se formó en Gran Bretaña. Anglos, sajones y jutos crearon siete reinos, que en el año 827 fueron absorbidos en uno solo por Egberto de Wessex.
    • En una última oleada, los lombardos se instalaron en Italia, y los avaros se establecieron en las llanuras de Europa central y oriental.
    • Economía y cultura de los reinos germánicos

      Los reinos germánicos se constituyeron sobre la base cultural de Roma. Sin embargo, sus tradiciones y las circunstancias históricas introdujeron grandes transformaciones

      Economía y sociedad: En los nuevos reinos, los germanos eran una minoría de la población, aunque poseían el poder político y militar. Al principio, romanos y germanos vivieron como pueblos separados, cada uno con sus propias leyes, costumbres y religión. Pero pronto ambos grupos se mezclaron y dieron lugar a una sociedad nueva, resultado de grandes cambios estructurales. Con el establecimiento de los reinos germanos, las ciudades se despoblaron y quedaron reducidas a centros administrativos o a sedes de obispados con muy poca actividad económica. La tierra se convirtió en la fuente principal de riqueza. Los germanos se adaptaron al tipo de agricultura diseñado por los romanos, basado en grandes latifundios, que pasaron a manos de la nobleza germana. El comercio decayó y se limitó a los mercados locales, en los que se intercambiaban productos del campo. El gran comercio quedó en manos de los bizantinos, que proporcionaban ciertos productos a la nobleza germana.

      Organización política: Los germanos, atrasados culturalmente respecto a la población preexistente, no pensaron nunca en destruir la organización romana, que además admiraban. Sin embargo, inevitablemente crearon algo distinto al introducir sus propias tradiciones. Los reinos germanos se organizaron en monarquías que sufrieron a su vez la influencia imperial romana. Al principio el rey era elegido por los nobles y, como consecuencia, muchos reyes eran depuestos e incluso asesinados por conspiraciones, lo que suponía una gran debilidad para la institución. Poco a poco, algunas monarquías se hicieron hereditarias. Los reyes contaban con un consejo que los asesoraba en los temas de gobierno y los ayudaba a impartir justicia. El poder militar en algunos territorios lo ejercían los duques, que muchas veces eran jefes de alguno de los pueblos que habían sometido. En las ciudades, los personajes más destacados eran los obispos y los condes o mayordomos de palacio, que asistían a los reyes en el gobierno, y que eran como servidores personales del rey. También se fue perdiendo el concepto de ciudadano para dar paso a las relaciones de fidelidad, entre nobles y campesinos, y entre los nobles y el rey.

      El imperio bizantino

      El imperio romano de Oriente se llamó imperio bizantino. Perduró durante mil años con épocas de esplendor y períodos de crisis, hasta que, en el siglo XV, su capital fue conquistada por los turcos.


      El imperio romano de Oriente

      El imperio romano de Oriente sobrevivió a las invasiones germanas y continuó su desarrollo durante más de mil años con el nombre de imperio bizantino. Se asentaba sobre toda la parte oriental del Mediterráneo y tenía su capital en Constantinopla, la antigua Bizancio, situada en el estrecho del Bósforo, a la entrada del mar Negro. Su refinada civilización era la síntesis de elementos romanos, helenísticos y cristianos. El vigor de la cultura bizantina se extendió más allá de sus fronteras: los pueblos eslavos (rusos, serbios, búlgaros, etc.) recibieron de Bizancio los elementos esenciales de su personalidad.

      El emperador y la política bizantina

      Una de las razones que explican la larga duración del imperio bizantino fue su sólida organización. El emperador o basileus era la cabeza. Concentraba todos los poderes: dirigía el ejército y la administración, y era el jefe religioso. Una extensa red de funcionarios ejecutaba sus órdenes. Estos funcionarios estaban especializados y contaban con una gran formación intelectual. Los diplomáticos eran los encargados de las relaciones con otros territorios y pueblos. Las mismas leyes estaban vigentes en todo el imperio y un poderoso ejército tenía como misión la defensa de las fronteras. La consolidación territorial del imperio bizantino se consiguió en parte gracias a la creación del sistema de themas, que consistía en regalar tierras fronterizas a los soldados para que las cultivasen. Con ello se consiguió mejorar la defensa, porque los soldados defendían algo que les pertenecía. De esta manera se frenó durante siglos la pérdida de territorios.

      El esplendor de Justiniano

      El emperador bizantino más importante fue Justiniano, que gobernó junto a su esposa Teodora entre los años 527 y 565. Su reinado fue la época de mayor gloria militar y económica de todo el imperio bizantino. Justiniano pacificó el imperio, que había sufrido una gran inestabilidad desde su fundación a causa de las disputas entre las distintas facciones políticas y de las incursiones bárbaras.
      Llevó al imperio bizantino a su mayor extensión. En su época, Bizancio dominaba la costa mediterránea de África, la península de Anatolia, los Balcanes, Grecia, la península Itálica, el sur de la península Ibérica, Sicilia, Cerdeña, Córcega, las islas Baleares y gran parte de la costa del mar Negro.
      Las conquistas de Justiniano no se conservaron durante mucho tiempo. En la segunda mitad del siglo VI, los lombardos arrebataron a los bizantinos todo el norte y centro de la península Itálica. A comienzos del siglo VII, los visigodos consiguieron expulsar a los bizantinos de Hispania. Durante los siglos VII y VIII, los musulmanes conquistaron toda la costa mediterránea de África, así como Siria y Palestina. Desde entonces, el imperio bizantino quedó reducido a la península de Anatolia, los Balcanes y el sur de Italia.
      Durante los siglos IX y X, el imperio bizantino vivió una nueva etapa de esplendor. Después, la existencia de Bizancio se caracterizó por las pérdidas territoriales continuas y por la amenaza constante de sus fronteras, sobre todo por parte de los musulmanes. A principios del siglo XV solo quedaba la ciudad de Constantinopla en manos bizantinas. En 1453, tras un largo asedio, Constantinopla fue tomada por los turcos y el imperio bizantino desapareció.

      La economía bizantina. Constantinopla

      Aunque la base de la economía bizantina era la agricultura, el imperio bizantino también dominó el comercio de todo el Mediterráneo. Constantinopla, su capital, se convirtió en el gran mercado del mundo. La agricultura, de régimen latifundista, fue la principal fuente de riqueza. La gran propiedad estaba ligada a los monasterios o a la aristocracia. El pequeño propietario, presionado por los impuestos, se convirtió a menudo en colono.
      Los bizantinos dominaron en esta etapa el comercio en todo el mar Mediterráneo, y acuñaron monedas de oro que fueron el principal medio de pago en el comercio europeo durante mucho tiempo. Constantinopla, por su situación y su condición de gran urbe, fue el gran mercado del mundo. El comercio bizantino era fundamentalmente un comercio de lujo, basado en el trasiego de las especias, la seda y otros productos procedentes de Asia que eran vendidos a Occidente.

      El Islam: los orígenes y la doctrina islámica

      Arabia antes del Islam: El Islam nació en el siglo VII en Arabia, una extensa península de Asia situada entre el mar Rojo al oeste y el golfo Pérsico al este. El clima árido y seco de Arabia la convierte en un enorme desierto donde la agricultura solo es posible en algunos lugares de la costa y en los escasos oasis del interior. Los habitantes de la península Arábiga estaban repartidos en tribus enfrentadas entre sí, sin ningún poder político que las uniera. Cada tribu tenía sus propias creencias e intereses. En el interior vivían tribus de beduinos de origen nómada que se dedicaban al pastoreo de camellos y cabras. En las regiones costeras, donde se practicaba la agricultura sedentaria, se encontraban las únicas ciudades: Medina y La Meca, que eran importantes centros comerciales por donde pasaban las rutas de caravanas que transportaban especias, sedas y otros artículos de lujo procedentes de Oriente.

      El profeta Mahoma

      La palabra Islam tiene dos significados distintos. Por un lado, hace referencia a la religión que predicó Mahoma en el siglo VII. Por otro, es el espacio territorial conquistado por los musulmanes, seguidores de esta religión, desde los siglos VII y VIII. Mahoma unió al pueblo árabe bajo la bandera del Islam. Este profeta nació en la ciudad de La Meca en el año 570 y allí comenzó sus predicaciones. Sus primeros seguidores fueron gente humilde, por eso, los ricos comerciantes de La Meca reaccionaron en contra y Mahoma tuvo que huir a la ciudad de Medina en el año 622. Esta fecha recibe el nombre de hégira y marca el comienzo del calendario musulmán. En Medina, Mahoma reclutó un importante ejército de adeptos a sus predicaciones y, ocho años después, regresó victorioso a La Meca y desde allí extendió el Islam. Cuando Mahoma murió, en el año 632, prácticamente toda la península Arábiga había sido unificada bajo la doctrina del Islam.

      La doctrina islámica y el Corán

      El Corán es el libro sagrado de los musulmanes, base de la doctrina islámica. Esta se basa en cinco obligaciones fundamentales que debe cumplir todo musulmán:
      • La profesión de fe por la que el musulmán testifica que «no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta».
      • La oración cinco veces al día: al amanecer, al mediodía, por la tarde, a la puesta del sol y al anochecer.
      • La peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida.
      • El ayuno durante el mes del Ramadán, todos los días desde la salida hasta la puesta del sol.
      • La limosna, que era una contribución económica para obras benéficas y que acabó convirtiéndose en una especie de tributo.

      EL YIHAD: El yihad consiste en el esfuerzo que se hace por complacer a Dios. Abarca todas las acciones que hacemos por complacer a Dios; desde sonreír al hermano, quitar obstáculos del camino hasta luchar arriesgando la vida por las causas justas. El creyente que muere estando en un esfuerzo sincero por Dios, es enviado directamente al paraíso donde disfrutará de los más sublimes placeres como recompensa; esto motivaba mucho a los musulmanes a hacer buenas obras y luchar por la justicia y la defensa de sus tierras contra enemigos hostiles. Cuando los cristianos veían el heroísmo que demostraban los musulmanes por el yihad, pensaban que era algo parecido al concepto católico de la “guerra santa”, sin embargo son dos cosas distintas.

      Expansión islámica: A la   muerte de  Mahoma,  le  sucedió en el liderazgo político Abú-Baker (632-634) que adoptó el título  de  Califa (Jalifa en árabe, significa: sucesor). El  segundo Califa  fue  Omar (634-449) con quien se  inicio la  expansión  del  Islam  y la entrada de numerosos pueblos no árabes a las filas del Islam. Abú Baker y Omar lograron derrotar, al mismo tiempo a las dos superpotencias militares de la época: los persas y los bizantinos. Además sentaron las bases políticas para el desarrollo cultural y científico que acompañaba a los musulmanes donde sea que iban: separación de poderes del estado, secularización del gobierno, igualdad ante  la ley, tolerancia religiosa, la honestidad obligatoria en los empleados públicos y la descentralización administrativa.
http://www.angarmegia.com/edadmedia.htm
http://anabelvedruna.wordpress.com/category/historia-historia/edad-media/el-feudalismo/

lunes, 16 de abril de 2012

La temprana edad Media (fines del siglo V hasta fines del siglo VIII

La historia de los inicios de la Edad Media en Europa (la llamada Temprana Edad Media) presenta una cierta complejidad. Nos encontramos ante la desintegración de lo que fue el Imperio Romano de Occidente. Sumado a ello, el bagaje aportado por los pueblos germanos invasores y nuevas formas de organización social en desarrollo. Les proponemos dar un marco para la comprensión de este período de lahistoria medieval, a través del concepto eje: de “transición” 

La Edad Media, que abarca desde fines del siglo V d.C. (476caída del Imperio Romano de Occidente) hasta mediados del siglo XV (1453, caída del Imperio Romano de Oriente), es un período histórico de gran complejidad. Para su mejor comprensión los historiadores han hecho una periodización de la historia medieval. Si bien puede variar de un autor a otro, nosotros tomaremos la siguiente como referencia:
  • TEMPRANA EDAD MEDIA: comienza a fines del siglo V y llega hasta fin del siglo VIII
  • ALTA EDAD MEDIA: abarca lo siglos IX a XI
  • BAJA EDAD MEDIA: comienza a inicios del siglo XII y llega hasta mediados del siglo XV
Transición
Los historiadores utilizan el término “transición” con baste frecuencia, para referirse a aquellas etapas históricas que transcurren entre la desarticulación de un modo de producción y el desarrollo de otro nuevo y muy diferente del anterior.
Estas suelen ser etapas complejas de comprender. Porque en un mismo momento pueden estar presentes elementos de la vieja sociedad que aún siguen vigentes, y a su vez se van estableciendo elementos originales de la nueva sociedad que se está conformando. Por ejemplo, en el período de transición entre una sociedad  antigua(esclavista) y una feudal, coexisten distintos tipos de productores. Por ejemplo, esclavos que eran propiedad de sus amos, colonos que pagaban impuestos al Estado, junto con campesinos dependientes de grandes propietarios y campesinos libres”



domingo, 25 de marzo de 2012

La decadencia y caída del Imperio Romano Trabajo Practico N ° 2

Crisis del Imperio Romano de Occidente.


Durante el siglo III se produjo un colapso integral de la civilización romana. Los jefes militares de la frontera comenzaron a desobedecer la autoridad que provenía de Roma y a luchar por el poder. El Imperio atravesó períodos de despotismo y anarquía militar. Los enfrentamientos debilitaron la organización imperial.
El punto culminante de la crisis fue la Treintena Sombría (235-268), durante la cual se sucedieron numerosos emperadores, sostenidos por sus ejércitos. Durante estos años el caos económico se sumó al militar: por falta de seguridad, los campesinos no podían trabajar las tierras. Los ejércitos protagonizaban saqueos y disturbios. Incluso se interrumpieron las rutas comerciales hacia Oriente.

El bajo Imperio (284-476 d.C)

Durante el bajo Imperio el estado tomó las siguientes características:

g  El emperador, invertido de una “misión divina”, era un monarca de derecho pleno y hereditario. Con el apoyo del ejército controlaba toda la vida política, económica y religiosa. Desapareció la apariencia republicana mantenida durante la época de Augusto.

g  El ciudadano perdió sus derechos políticos y se transformó en un súbdito (de latín subiere: estar sometido a la autoridad de un superior y obligado a obedecerla).

Entre los emperadores del Bajo Imperio se destacaron Diocleciano y Constantino.

* DIOCLECIANO (284-305) inició la tetrarquía (gobierno de cuatro hombres). Para esto, dividió el Imperio Romano en dos partes: el Imperio de Occidente y el Imperio de Oriente. Él quedó al frente del Imperio Romano de Oriente, y ubicó a Maximiano al frente del Imperio Romano de Occidente. Para evitar problemas sucesorios designó a dos lugartenientes, los césares, que luego de 20 años se convertirían en emperadores (augustos). Esta nueva forma de gobierno fue un antecedente de la división definitiva del Imperio. La sucesión, a pesar del sistema ideado por Diocleciano, generó una serie de luchas entre los posibles candidatos. Finalmente, en el año 323, el triunfador fue Constantino, quien quedó como único soberano después de 17 años de conflicto.

* CONSTANTINO (324-337) estableció la capital del imperio en la antigua colonia griega de Bizancio, cuya situación era muy favorable para la navegación y el comercio. Le dio a esa ciudad el nombre de Constantinopla.

Durante todo el período que duró el Bajo Imperio, pueblos bárbaros penetraron en el territorio imperial. El prestigio de Roma atraía a muchas poblaciones. Por otra parte, los emperadores necesitaban soldados y mano de obra campesina. Los bárbaros procedían a varias maneras para instalarse en el imperio: algunos lo hacían en calidad de colonos, en territorios despoblados, y otros se acantonaban en las fronteras bajo su cuidado. La influencia del elemento bárbaro se hizo muy notable en el ejército romano; muchos soldados eran de este origen.
Luego de la muerte de Constantino (337) se sucedieron varios emperadores de poca relevancia. La excepción fue Teodosio, quien a partir del 379 intentó restaurar el imperio y consagró el cristianismo como religión oficial. Teodosio dispuso en su testamento el reparto del imperio entre sus hijos: Honorio reinaría en Occidente y su capital sería Roma, y Arcadio gobernaría en Oriente y la capital sería Constantinopla. A su muerte, en el 395 el Imperio quedó definitivamente dividido en dos.


¿Quiénes eran los germanos?

Los germanos eran pueblos seminómadas de origen diverso, vecinos del Imperio Romano de Occidente. Llegaron a este ámbito a comienzos del siglo I. Hablaban diversos dialectos de una lengua de origen indoeuropeo. Se situaron en los llanos, más allá de los ríos Rin y Danubio, reunidos en tres grupos principales: germanos del norte, germanos orientales y germanos occidentales.
  

GERMANOS DEL NORTE
GERMANOS ORIENTALES
GERMANOS OCCIDENTALES

Ubicados en las costas del Mar del Norte:
_ Sajones
_Anglos

Ubicados al este del Río Elba:
_ godos (divididos en visigodos y ostrogodos)
_ vándalos
_ burgundios
_ suevos

Ubicados al oeste del Río Elba:
_ Francos.
_ alamanes
_ longobardos










ACTIVIDADES

  1. Describe las características de la crisis que sufrió el Imperio Romano en el siglo III.
  2. ¿Qué características tomó el estado en el Bajo Imperio Romano? Explica la diferencia entre un “ciudadano” y un “súbdito”.
  3. Enumera los factores internos y externos que llevaron a la caída del Imperio Romano de Occidente.









A partir del siglo I, los germanos comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de tierras y botín. Su objetivo no era destruir el Imperio, ya que consideraban al imperio romano como una admirable organización y pretendían obtener un lugar en él.
El Imperio Romano fue incorporando numerosos grupos de germanos como soldados o colonos; los primeros se comprometían a defender las fronteras; los segundos, a cultivar las tierras y todos, a reconocer la autoridad del emperador.
Pero en el siglo V este avance pacífico se volvió incontrolable para los romanos. La irrupción violenta se debió en gran parte al ataque de un pueblo de Europa oriental, los hunos, que empujaron a los germanos hacia el Oeste. Las invasiones germanas al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y respetaron solamente la autoridad de sus jefes. Contribuyeron así al derrumbe de la organización imperial.

El desmembramiento del Imperio Romano de Occidente en reinos germánicos.

Los germanos se asentaron en el antiguo territorio romano y formaron reinos en los que se dio paulatinamente una fusión entre las tradiciones romanas, germanas y cristianas. Los reinos más duraderos los formaron los francos, los visigodos y los ostrogodos.



REINO FRANCO
  
   Los francos se instalaron al norte de las Galias. Uno de los jefes, Meroveo, inició la dinastía Merovingia, que duró tres siglos. Francos y romanos se integraron con relativa rapidez, y el proceso se aceleró desde la conversión de los primeros al catolicismo.
   Finalmente, en 751 Pipino el Breve puso fin a la dinastía merovingia, se coronó rey de los francos e inició una nueva etapa: la carolingia. En este reino iba a florecer el sistema feudal característico de la Alta Edad Media.



REINO VISIGODO
  
   Los visigodos dominaron la península ibérica y el sur de la Galia. Su rey Eurico instaló la capital en Tolosa. Luego los francos lo expulsaron de allí y Toledo fue su nueva capital. Los visigodos llegaron a una total integración cultural con los pueblos de la Península, especialmente desde la conversión de su rey al catolicismo.

REINO OSTROGODO

   En el año 493, Teodorico, jefe de los ostrogodos, venció luego de encarnizados combates a las fuerzas de Odoacro, rey de los hérulos, que en el 476 había destituido al que fue el último emperador romano. Teodorico instaló entonces en Italia un reino ostrogodo independiente, con capital en Ravena, que duró 60 años. Basó su gobierno en la idea de una convivencia pacífica entre godos y romanos, por lo que respetó la tradición y la cultura del pueblo dominado.












Responde el siguiente cuestionario

  1. ¿Quiénes eran los germanos? ¿Por qué estos grupos recibían el nombre de bárbaros?
  2. ¿Qué objetivos perseguían los germanos al cruzar las fronteras romanas en los primeros tiempos? ¿Cómo los recibía el poder imperial?
  3. ¿En qué circunstancias el avance pacífico se volvió incontrolable para los romanos?
  4. La conversión al cristianismo de los germanos, ¿puede haber colaborado en la integración con las poblaciones dominadas? ¿por qué?